La mayoría de las opiniones coinciden que el padre de esta parábola representa al Padre Celestial. Por eso, para entender mejor las razones por las que Jesús lo presenta accediendo, sin reparos, a la demanda infundada del hijo; y aún más, a repartir también los bienes al otro hijo que ni siquiera había reclamado herencia, debemos considerar el carácter de Dios Padre revelado en Su Palabra.
Si bien Dios es Soberano y está en control absoluto de todas las cosas, El no es un padre controlador ni manipulador; El nos da la libertad de fallar, pues aún del sufrimiento y disciplina, en Su tiempo y según Su Propósito, dará “fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” como indica Hebreos 12:7 y 11.
En Su Bondad, Dios advirtió al pueblo de Israel en Deuteronomio 30:15-20 que frente al "camino de la vida y la muerte; la bendición y la maldición” los exhortaba que escogieran la vida; es decir, no los manipulaba; igualmente el padre del hijo pródigo no le refutó, cuestionó ni reprochó nada. Simplemente le dio lo que pidió.
Y por esa misma bondad, Dios ha advertido a la humanidad desde Adán y Eva, para que escojan el camino de la vida; pero preferimos apoyarnos en nuestra propia prudencia a pesar de que Proverbios 3:5-6 nos instruye que no es recomendable que así hagamos, sino que nos confiemos de Jehová y El enderezará los caminos torcidos por los cuales nuestra propia prudencia pretenda llevarnos.
Sin embargo, como Dios no nos detiene en el momento, pensamos que podemos salirnos con “la nuestra”; pero la Biblia nos recuerda que hay caminos que a nuestros ojos parecen buenos y al final son caminos de muerte (Proverbios 14:12); además nos amonesta diciéndonos que de Dios nadie se burla, y que cosecharemos lo que hayamos sembrado; no obstante todas estas advertencias, en nuestra terquedad, rebeldía y autosuficiencia continuamos adelante.
Si bien Dios es Soberano y está en control absoluto de todas las cosas, El no es un padre controlador ni manipulador; El nos da la libertad de fallar, pues aún del sufrimiento y disciplina, en Su tiempo y según Su Propósito, dará “fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” como indica Hebreos 12:7 y 11.
En Su Bondad, Dios advirtió al pueblo de Israel en Deuteronomio 30:15-20 que frente al "camino de la vida y la muerte; la bendición y la maldición” los exhortaba que escogieran la vida; es decir, no los manipulaba; igualmente el padre del hijo pródigo no le refutó, cuestionó ni reprochó nada. Simplemente le dio lo que pidió.
Y por esa misma bondad, Dios ha advertido a la humanidad desde Adán y Eva, para que escojan el camino de la vida; pero preferimos apoyarnos en nuestra propia prudencia a pesar de que Proverbios 3:5-6 nos instruye que no es recomendable que así hagamos, sino que nos confiemos de Jehová y El enderezará los caminos torcidos por los cuales nuestra propia prudencia pretenda llevarnos.
Sin embargo, como Dios no nos detiene en el momento, pensamos que podemos salirnos con “la nuestra”; pero la Biblia nos recuerda que hay caminos que a nuestros ojos parecen buenos y al final son caminos de muerte (Proverbios 14:12); además nos amonesta diciéndonos que de Dios nadie se burla, y que cosecharemos lo que hayamos sembrado; no obstante todas estas advertencias, en nuestra terquedad, rebeldía y autosuficiencia continuamos adelante.
(En la siguiente entrada publicada en esta misma fecha, concluimos con esta reflexión)
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